Diálogos sobre Género, 4 de 6: Otras palabras-bandera y palabras-dragón

[Retiro “Católico Soy” versión 2015. Advertencia: la naturaleza del tema de este retiro y el lenguaje directo propio de estas discusiones puede no ser apropiado para menores de edad sin acompañamiento de sus padres o responsables.]

Tema 4 de 6: Otras palabras-bandera y palabras-dragón

* Hay otras palabras-bandera de uso frecuente en nuestro tiempo, cuando se trata de conquistar terreno para la causa LGBTI. Es el caso del lenguaje sobre los “derechos.” Con el único problema de que, según conveniencia, unos derechos se suprimen por afirmar otros, con lo cual la condición de quienes no comparten las ideas que se nos quieren imponer queda bloqueada con apariencia de legalidad. Así sucede por ejemplo cuando los padres pierden el derecho de educar a sus hijos en la sexualidad según los principios que consideran correctos porque el Estado impone un modelo único de educación sexual que se supone que asegurará la tolerancia y la convivencia ciudadana en el futuro de esos niños. En ocasiones los materiales impuestos sólo pueden calificarse de manuales de corrupción pero los papás no pueden oponerse so pena de perder la custodia de sus propios hijos. Cabe bien la pregunta: ¿qué pasa con el derecho de estos padres?

* En la supuesta defensa de los “derechos” de la mujer, o del “derecho” a una muerte llamada “digna,” se multiplican otro tipo de desmanes. Es sabido que en países de más larga tradición de eutanasia se dan casos de presiones para que los pacientes, que ya están en condición de fragilidad psicológica y emocional, pidan “voluntariamente” ser asesinados. Hay datos de médicos que preguntan a sus pacientes cuándo piensan morir. ¿Es eso digno?

* Un término repetido con frecuencia, y en realidad vacío de toda consistencia racional, es que “ya estamos en el siglo XXI.” A poco de examinar ese tipo de “argumento” uno comprueba su completa vaciedad: ¿Eso qué demuestra? Si se tratara, por ejemplo, de definir si robar es malo, ¿por qué el siglo en que uno vive importaría? No mucho más hay que decir de lemas pobres intelectualmente hablando como que hay que tener la mente “abierta” (y la pregunta obvia es: ¿abierta a qué exactamente?), o que “ganó el amor” (donde la pregunta es: ¿qué entiendes por amor?).

* Las palabras-dragón se apoyan en la lógica coja que hemos venido examinando. Por ejemplo, el término “discriminación.” ¿Es malo discriminar? La pregunta es: ¿discriminar qué o a quién? Si pretendo sentarme en la oficina de gerencia de una empresa donde ni siquiera me conocen, y los guardias de seguridad me impiden entrar, ¿diré que me están discriminando? La respuesta es obvia: sí me discriminan, y con razón. A ese edificio, y a esas oficinas, no entran todos. Eso es discriminación. Por supuesto, esto no valida TODO tipo de discriminación pero sí indica que no debemos asustarnos por el hecho de que nos lancen una palabra así. De nuevo, la clave es preguntarse qué es lo propio y lo correcto. De ahí saldrán límites, y esos límites indican que no todos hacen o pueden todo.

* En cuanto al verbo “juzgar,” que a menudo se usa para desacreditar el discurso de algún creyente, siempre para indicar que uno no debería opinar de la vida de nadie, hay aclaraciones que son necesarias. La expresión de Cristo sobre “no juzgar” no elimina la enseñanza de Cristo sobre la corrección fraterna. ¿Qué indica eso? Si “no juzgar” significara “no te metas en la vida de nadie,” ¿cómo podríamos cumplir lo que Cristo nos manda sobre corregirnos unos a otros? Es obvio que el “no juzgar” debe tener otro sentido. Y lo tiene: “juzgar” en lengua hebrea, es tomar el lugar del juez, y el único juez es Dios, cuyos “juicios” indican la verdad definitiva y el destino final de cada persona. De modo que “no juzgar” equivale a: “No pretendas tomar el lugar de Dios creyendo que puedes conocer o definir el desenlace final de la vida de otra persona.” Por supuesto, ese mandato no implica que suspendamos toda opinión sobre todo comportamiento pues entonces ni siquiera la predicación sería posible.

Diálogos sobre Género, 3 de 6: Tolerancia, libertad y naturaleza

[Retiro “Católico Soy” versión 2015. Advertencia: la naturaleza del tema de este retiro y el lenguaje directo propio de estas discusiones puede no ser apropiado para menores de edad sin acompañamiento de sus padres o responsables.]

Tema 3 de 6: Tolerancia, libertad y naturaleza

* Tres de las palabras-bandera más repetidas, en el contexto de la lucha por una supuesta “igualdad” entre todos los humanos, igualdad que incluiría el “derecho” de casarse con lo que cada quien desee, son: tolerancia, libertad y naturaleza.

* El criterio general para responder, de modo razonado y respetuoso, frente a las palabras-bandera es hacer las necesarias distinciones. “Sí… pero”: tal es el lenguaje necesario en este caso. por ejemplo: creemos en la igualdad entre hombre y mujer PERO tal igualdad se refiere a la dignidad como seres humanos, y a los derechos fundamentales que se derivan directamente de ello. Cada uno de tales derechos tiene que ser demostrado como inherente e idéntico en hombre y mujer, y por eso, no existe el “derecho humano a parir” por dar un ejemplo.

* La tolerancia es una palabra importante para la convivencia social pero a nadie se le ocurre que TODO deba ser tolerado. Además, y es lo mismo que sucede con la política comunista, pasa en esto que se exige tolerancia hasta que se logra el poder. Conseguido el poder, se procede a castigar con absoluta intolerancia a los que se resisten a pensar como se les ordena que piensen.

* Con la naturaleza, en cuanto al avance de la presencia social de la práctica homosexual, se han intentado varias cosas: (1) Se ha buscado una hipotética base genética (el “gen gay”) sin ningún éxito. (2) Se han planteado paralelos de comportamiento homosexual en especies animales–lo cual no demuestra nada porque hay todo tipo de robos, crueldades y engaños en el mundo animal, y eso no validad tales comportamientos en los humanos. (3) Se han usado recursos ridículos como presentar imágenes de rayos X de seres humanos abrazándose o besándose como un modo de sugerir que “en el fondo” o “adentro” somos iguales todos y que por consiguiente todo da lo mismo. Eso equivale a presentar cortes de tejido cerebral de personas muy bondadosas o muy crueles para deducir de ahí que da lo mismo una cosa que otra.

* Además, incluso si hubiera un factor natural, por ejemplo genético, que llevara a una tendencia homosexual, eso tampoco demostraría nada porque de hecho ya se conocen casos en que los factores genéticos empujan, por ejemplo, hacia el suicidio o hacia la promiscuidad. A nadie se le ocurre que por existir esas tendencias, que podrían llamarse innatas, sus respectivos portadores quedan exentos de responsabilidad y pueden obrar según el impulso de sus genes. La cualidad moral de qué es un comportamiento bueno o de malo no puede resolverse estudiando el ADN.

* En cuanto a la libertad, no hay que dejarse engañar. Es verdad que la definición usual de libertad en el diccionario moral de mucha gente es: “hacer lo que me da la gana.” Pero esa definición es vergonzosamente ingenua porque quien así piensa pone su vida en manos de quien le maneje las ganas. Y ciertamente hay personas, empresas y centros de poder que tienen mucha habilidad para producir y dirigir las “ganas.” Usan lo que se conoce genéricamente como “marketing.”

Diálogos sobre Género, 2 de 6: Igualdad y complementariedad

[Retiro “Católico Soy” versión 2015. Advertencia: la naturaleza del tema de este retiro y el lenguaje directo propio de estas discusiones puede no ser apropiado para menores de edad sin acompañamiento de sus padres o responsables.]

Tema 2 de 6: Igualdad y complementariedad

* Una de las palabras preferidas cuando se trata de argumentar, por ejemplo, en favor del matrimonio de personas del mismo sexo es “igualdad.” En muchos lugares se habla de “matrimonio igualitario” para referirse a este tipo de unión.

* Lo interesante es que esas afirmaciones de igualdad, impuestas culturalmente, no resisten análisis científico. Desde la embriología hasta la psicología evolutiva, lo que encontramos entre hombres y mujeres son numerosas diferencias, y a la vez, una vocación de complementariedad.

* En particular, no resulta difícil descubrir, desde la estructura neuronal misma del cerebro masculino, en qué sentido y con cuánta intensidad necesita de lo femenino, en cuanto apoyo, descanso y anticipación de su meta.

* Un poco más difícil es descubrir en qué sentido hay una base biológica que enseña cómo la mujer necesita del hombre. Al final se descubre que la “abundancia” que caracteriza el mundo sensorial, afectivo e intelectual de la mujer, halla en el varón, si este es admirable, un cauce para realizarse a sí misma.

* Pero todo este hermoso balance de igualdad en la dignidad, y de complementariedad en sus caminos de vida, se pierde cuando se afirma, con tremenda irresponsabilidad, que da lo mismo uno que otro sexo.

Diálogos sobre Género, 1 de 6: La guerra semántica no ha cesado

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Tema 1 de 6: Recordemos que estamos en guerra semántica

* Las persecuciones son de distintas clases. El Estado Islámico te quita la cabeza; la guerra semántica te la cambia.

* Caso típico es el de la palabra “meditación” que para la mayoría de la gente hoy se asocia con dejar la mente en blanco y practicar alguna variante de yoga o de budismo zen. Para el cristiano, meditar era una cosa muy distinta: reflexionar pausadamente sobre la Palabra de Dios o sobre la predicación de la Iglesia, típicamente en el contexto de un retiro espiritual.

* Una parte importante de la guerra semántica es usar determinadas palabras como clichés, lemas o eslógans que tienen mucha fuerza en el imaginario colectivo. Su valor es de símbolo de una causa, y por eso funcionan como “palabras-bandera” Entre esas palabras actuales tenemos términos como “igualdad,” “inclusión,” “tolerancia” y algunos otros. La gente no los analiza ni cuestiona más sino que los asume ingenuamente y forma bloque para defenderlas sin darse cuenta de los muchos matices que esas mismas palabras requieren.

* Otras palabras, en cambio, quedan convertidas en “palabras-dragón,” es decir, términos con los que se pretende atacar, marginar o incluso “demonizar” a quienes se atrevan a pensar de modo distinto a como se supone que todos debemos pensar. Entre esas palabras-dragón están “discriminación,” “hipocresía,” y “estás juzgando.”

Más sobre Guerra Semántica aquí.

Ideología de género y pedofilia

“La libertad sexual “moderna”, bandera de la Ideología de Género, implica la inexistencia de límites o restricciones de cualquier índole ya que lo contrario implicaría impedimentos para el ejercicio de la libertad, realización personal y consiguiente felicidad del individuo. Esta “libertad” permite indiferencia de lo que es natural o normativo de allí que ésta incluya tener relaciones con menores de edad…”

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¿De dónde viene la devoción a la Virgen del Carmen?

Varios nos han preguntado qué bases hay para una de las devociones marianas más difundidas: Nuestra Señora del Monte Carmelo.

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La página CORAZONES.ORG, que tiene tantos recursos provechosos, nos da esta explicación:

Desde los antiguos ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción.

En las palabras de Benedicto XVI, 15,VII,06:

“El Carmelo, alto promontorio que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus faldas numerosas grutas naturales, predilectas de los eremitas. El más célebre de estos hombres de Dios fue el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes de Cristo defendió valientemente de la contaminación de los cultos idolátricos la pureza de la fe en el Dios único y verdadero. Inspirándose en la figura de Elías, surgió al Orden contemplativa de los «Carmelitas», familia religiosa que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en el siglo, Edith Stein). Los Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima Virgen del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de contemplación y de dedicación a Dios. María, en efecto, antes y de modo insuperable, creyó y experimentó que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con Dios. Acogiendo plenamente la Palabra, «llegó felizmente a la santa montaña» (Oración de la colecta de la Memoria), y vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor. A la Reina del Monte Carmelo deseo hoy confiar todas las comunidades de vida contemplativa esparcidas por el mundo, de manera especial las de la Orden Carmelitana, entre las que recuerdo el monasterio de Quart, no muy lejano de aquí [Valle de Aosta]. Que María ayude a cada cristiano a encontrar a Dios en el silencio de la oración.”