Catheriniana – 01, El Santo Deseo, parte 1

[Catheriniana es una serie de reflexiones sobre aspectos de la enseñanza de Santa Catalina de Siena. Para sacar mayor provecho de estas conferencias es muy recomendable revisar primero la serie sobre su vida, y después la serie sobre los fundamentos de su doctrina espiritual. Si se quiere acceder a todas las publicaciones de este blog sobre la Santa Doctora, hacer click aquí.]

Tema 1: El Santo Deseo. Qué es y en qué consiste.

* El Papa Francisco ha hablado varias veces sobre la Iglesia “en salida,” es decir, sobre una característica muy profunda de la fe cristiana: no puede limitarse a embellecer o asegurar la propia vida, ni tampoco contenerse en una comunidad específica, por ejemplo, un grupo de personas que se consideren a sí mismas como “los perfectos.”

* En los escritos de Santa Catalina hay una expresión que apunta en la misma dirección: el Santo Deseo. Muy en conformidad con su manera de verse a sí misma cuando dijo: “Mi naturaleza es fuego,” el santo deseo es una fuerza, un dinamismo que lleva a buscar el bien mayor; a no contentarse con lo ya logrado; a crecer en la fe, el amor y las demás virtudes; y a buscar con perseverancia la extensión del reinado de Cristo.

* A ojos de Catalina, no cabe que un cristiano simplemente se resigne ante el mal circundante, sea por cobardía, pereza, orgullo u otra razón. En esto hay también una profunda concordancia con la enseñanza del Papa Francisco, el cual ha denunciado vigorosamente el “egoísmo triste” como mal típico de nuestra tiempo, dentro y fuera de la Iglesia.

* El Santo Deseo es una expresión o fruto del amor de Dios en nosotros, y en ese sentido tiene su fuente en el Espíritu Santo. Pero no se limita al amor. Catalina habla de un cuchillo de doble hoja, que tiene amor y también odio. No basta querer el bien si no se odia lo que lo destruye, es decir, si no se toman medidas coherentes, sabias y sostenidas de vigilancia para que las “raposas” no arruinen los viñedos.

* El Santo Deseo tiene así dos dimensiones, que podemos llamar “femenina” (en el anhelo de entregarse al amor y reposar en él), y “masculina” (en la resolución de vencer los obstáculos y proteger con celo los bienes recibidos.