Autoridad y Liderazgo, 3 de 3, La formación de un líder

[Retiro espiritual con los jóvenes de la Comunidad Betania, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.]

Tema 3 de 3: La formación de un líder

* El amor; el ser dignos de confianza; la mansedumbre, y sus virtudes hermanas: la pureza y el dominio de sí, son esenciales en el corazón de un líder. Pero llegar a la estatura de la verdadera autoridad es un proceso más amplio, que a la vez incluye muchos detalles, en distintas áreas, sobre todo cinco:

(1) Oración. Hay que evitar dos extremos: el mecanicismo (repetir por repetir) y el espontaneísmo (convertir la oración en un simple expresar uno su interioridad). Lo recomendado es partir de una base externa, como la Eucaristía, la lectura bíblica, el Rosario, o la Liturgia de las Horas, y desde ahí levantar el corazón hacia Dios sin olvidar las intenciones de nuestros hermanos.

(2) Formación. Tiene dos partes: en la doctrina y en las virtudes. Para la parte de doctrina y de nuestro entendimiento, necesitamos cercanía con la Sagrada Escritura, consulta frecuencia y alguna profundización sobre el Catecismo, y un buen elenco de páginas de Internet sobre los temas principales. En las virtudes ayudan mucho lecturas de Josemaría Escrivá como Camino, Surco y Forja.

(3) Identidad. En particular aquí queremos referirnos a la diferencia entre hombres y mujeres. Por una parte, el proyecto vital de las mujeres, sobre todo jóvenes, hace que no necesariamente se sientan llamadas a ser visibles y a tener “poder.” La persona en el poder tiene a todos y no tiene a nadie, y eso no necesariamente es atractivo para aquellas que quieren asegurar no el afecto de una multitud sino el construir un hogar con alguien especial. Ello empuja en la dirección de un mayor número de líderes masculinos a ciertas edades pero también implica que esos líderes hombres tendrán que cultivar virtudes un poco más frecuentes en el corazón femenino: mansedumbre, misericordia, empatía, humildad, sentido de pertenencia.

(4) Comunidad. Dos indicaciones: (i) Sólo se hace comunidad en el espíritu del lema de Chiara Lubich: “Jesús en medio.” (ii) Cada uno es importante; cada uno tiene un lugar y un llamado.

(5) Evangelización. Dos indicaciones básicas: (i) Creer y celebrar en clave de Iglesia, con un corazón abierto a toda la obra del Espíritu en toda la Iglesia. (ii) Sólo se aprende a evangelizar evangelizando. No basta la teoría; hay que equivocarse.

Autoridad y Liderazgo, 2 de 3, Cualidades inesperadas de un líder al modo de Cristo

[Retiro espiritual con los jóvenes de la Comunidad Betania, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.]

Tema 2 de 3: Cualidades inesperadas de un líder al modo de Cristo

* Cristo tiene autoridad porque supera los defectos mencionados en la predicación anterior. Pero debe haber, y hay, mucho más que eso.

* La verdadera autoridad consiste en llegar a ser “autor” en el libro de la vida de otra persona. Si no estamos hablando de agresión ni de violencia, es claro que la autoridad requiere de confianza que abra la puerta del alma, y de amor que quiera recibir nuevo texto. Eso es precisamente lo que tiene Cristo: suscita confianza y despierta amor, en unas escalas y dimensiones absolutas, totales, irrevocables.

* La confianza, a su vez, depende de una virtud muy poco reconocida hoy: la mansedumbre; aquella capacidad de infundir certeza de que no haremos daño alguno. Esto requiere pureza de cuerpo, alma, intención y palabra; y gran dominio de sí mismo.

* hay ejemplos bíblicos que nos ayudan a descubrir por qué ese género de autoridad “nueva” y auténtica es propia de una juventud llena de fe. Ahí conviene examinar los ejemplos de David, Daniel y Timoteo.

Autoridad y Liderazgo, 1 de 3, Las falsas autoridades del tiempo de Cristo

[Retiro espiritual con los jóvenes de la Comunidad Betania, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.]

Tema 1 de 3: Las falsas autoridades del tiempo de Cristo

* Cuando Cristo predicaba, la gente percibía claramente una diferencia con el modo de enseñar de otros maestros. Es bueno precisar en dónde naufraga la autoridad de los otros para apreciar mejor la novedad de Cristo.

* Los ESCRIBAS eran la gente culta de la época. Tenían el privilegio, entonces muy escaso, de saber leer y escribir. Estudiaban durante prácticamente toda la vida. pero su erudición terminaba en una colección de interpretaciones que finalmente no marca una dirección. No tenían verdadera autoridad.

* Los FARISEOS querían pasar por virtuosos, y además celosos custodios de la Ley. Eran aliados naturales de los escribas. Pero su tendencia a ser puntillosos y estrictos terminaba llevándolos al ridículo, a la incoherencia, y a veces a extremos muy visibles de inhumanidad.

* Los SADUCEOS eran la casta sacerdotal. Sólo se preocupaban de sí mismos y de nadie tenían verdadero cuidado, por lo cual en ningún sentido claro podría considerárseles líderes verdaderos. Usaban a la gente simplemente.

* Los ESENIOS se consideraban en posesión de un saber recóndito, de tipo profético y apocalíptico. Vivían segregados de los demás. No podían ser líderes porque en realidad no les interesaba impactar el mundo sino abandonarlo a su suerte.

* por supuesto, al hablar de Cristo descubrimos que su liderazgo y autoridad son lo contrario de lo que mostraban estos contemporáneos suyos.

La importancia de la imaginación

Un perro, perdido en la selva, vio un tigre corriendo en su dirección. Comenzó entonces a pensar rápido, para ver si se le ocurría alguna idea que le salvase del tigre. Entonces vió unos huesos en el suelo y comenzó a morderlos.

Cuando el tigre estaba casi para atarcarle, el perro dijo en alto:

– ¡Ah, este tigre que acabo de comer estaba delicioso!

El tigre, entonces, paró bruscamente y, muerto de miedo, dió media vuelta y huyó aterrado mientras pensaba para sí:

– ¡Menudo perro feroz! ¡Por poco me come a mí también!

Un mono que había visto todo, fue detrás del tigre y le contó cómo había sido engañado por el perro. El tigre se puso furioso y dijo:

– ¡Maldito perro! ¡Ahora me la vas a pagar!

El perro, entonces, vió que el tigre se aproximaba rápidamente con el mono sentado encima y pensó:

– ¡Ah, mono traidor! ¿Y qué hago ahora?

Comenzó a pensar y de repente se le ocurrió una idea: se puso de espaldas al tigre y cuando este llegó y estaba preparado para darle el primer zarpazo, el perro dijo en voz alta:

– ¡Será perezoso el mono! ¡Hace una hora que le mandé para que me trajese otro tigre y todavía no ha vuelto!