Llámala fuerte

¡Oh Madre, Madre!: con esa palabra tuya -“fiat”- nos has hecho hermanos de Dios y herederos de su gloria. -¡Bendita seas!

Confía. -Vuelve. -Invoca a la Señora y serás fiel.

¿Que por momentos te faltan las fuerzas? -¿Por qué no se lo dices a tu Madre: “consolatrix afflictorum, auxilium christianorum…, Spes nostra, Regina apostolorum”?

¡Madre! -Llámala fuerte, fuerte. -Te escucha, te ve en peligro quizá, y te brinda, tu Madre Santa María, con la gracia de su Hijo, el consuelo de su regazo, la ternura de sus caricias: y te encontrarás reconfortado para la nueva lucha.

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