La sanacion pranica

Padre, cordial saludo. Para pedirle el favor de ayudarme a comprender que es y como afecta a la fe católica la practica de la sanacion pranica. Gracias. -P.Reinaldo.

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El prana y lo pránico

Según la Wikipedia, “La sanación pránica es un conjunto de técnicas y métodos de sanación, metódica y sistemáticamente recopilados, que afirma trabajar sobre el campo energético del ser humano con la finalidad de restaurar la salud física, emocional, mental y espiritual. Se autoconsidera una medicina complementaria y alternativa (CAM). La técnica, que dice no reemplazar a la medicina ortodoxa sino complementarla, afirma que permite sanar mediante la remoción y aplicación de energía con las manos.”

La base teórica y doctrinal de la sanación pránica es el fruto del estudio, la investigación o la creatividad de un hombre que es conocido como el Maestro Choa Kok Sui. Como tantas otras escuelas de tipo Oriental, Kok Sui insiste en la necesidad de encontrar un balance como requisito indispensable para lograr la salud y el bienestar. Su teoría es que la enfermedad es producida o va acompañada sobre todo por el desbalance en la “energía de la vida,” a la que se llama “prana” o “ki.” Consecuentemente, la sanación pránica quiere usar las manos como transmisores y reguladores de esa energía vital para que se pueda recuperar la salud.

Vaguedad intencional y ventajosa

El lenguaje es lo suficientemente difuso como para que mucha gente pueda conectar fácilmente con el estilo pránico. Los milagros por imposición de manos aparecen a menudo en la Biblia. Kok Sui quiere que veamos en esos milagros un episodio de sanación pránica, como si fuera básicamente la energía, quizás de tipo “magnético,” de Cristo.

La palabra misma “energía” es extraordinariamente vaga. Uno puede sentirse “lleno de energía” o “bajo de baterías.” Hay bebidas “energizantes” y hay acciones “enérgicas.” Colgándose de esa multiplicidad y vaguedad semántica, el mundo pránico hace una apuesta que difícilmente puede fallar.

Pero hay más: la sanación pránica se presenta como terapia “complementaria y alternativa” y eso significa que a nadie se le va a decir que deje de tomarse sus pastillas, ni que rechace una transfusión de sangre (como lo predican los Testigos de Jehová), ni que se abstenga de una operación para que le saquen un tumor. En el lenguaje de lo “complementario y alternativo” todo lo que salga bien será ganancia de buen nombre para la sanación pránica, y todo lo que no tenga efecto quedará relegado al rincón de “no tuviste suficiente fe,” o al hecho, ya declarado desde el principio, de que lo pránico era solamente “complementario,” de modo que “quizás debas acudir un poco más a la medicina tradicional.”

¿Que peligros entraña lo pránico?

La verdad es que las teorías de Kok Sui no van más lejos de lo que puede conseguir una buena auto-sugestión. En principio, eso no debería hacer mucho daño: si una persona logra quitarse un dolor de cabeza sugestionándose no vamos a decir que ha encontrado un gran remedio pero por lo menos eso le funcionó. Tristemente sí hay otros peligros:

1. La interpretación que la literatura pránica sugiere cuando alude a los “milagros” es fundamentalmente falsa y engendra confusión en los cristianos que pretendan meterse por esos caminos. La Escritura enseña que los milagros de los profetas, lo mismo que los de Cristo, son ante todo señales del Reino de Dios. El lenguaje de la concentración de fuerza para que esa fuerza haga algo en la otra persona es ajeno a la Biblia. De lo que se habla en cambio es del poder de Dios, su compasión, su cercanía, y lo que se subraya es el señorío de Dios, no una técnica para mejorar la salud o la vida humana. De hecho, el único personaje en la Biblia que parecía creer que los milagros eran una “técnica” o terapia que podía ser enseñada, fue Simón el Mago, de quien deriva la expresión “simonía” : el delito de pretender vender. o por extensión manipular para provecho propio, lo sagrado.

2. La mentalidad pránica favorece la idolatría de la salud y el bienestar (“wellbeing”), como si el único valor relevante fuera el sentirse y verse bien. A su vez, esta mentalidad se muestra incapaz de reconocer en el sufrimiento las dimensiones pedagógicas y redentoras. La Cruz se convierte en un accidente, un despropósito, una falla en la planeación de la misión de Cristo. Y por supuesto, el camino queda abierto para desechar la vida humana cuando no puede alcanzar los niveles de bienestar y autosatisfacción esperados.

3. Además, quienes caen en la idea de que lo que interesa es únicamente curarse o sentirse bien, están en grave peligro de malvender su fe con tal de lograr la salud o el bienestar, y ello por supuesto, abre la puerta a muchas otras prácticas, sin excluir el espiritismo o las diversas formas de control mental.

4. Debemos ver la terapia pránica como un rostro más del pelagianismo y el semi-pelagianismo que nos rodean y asfixian por todas partes: la idea de que el ser humano puede auto-redimirse; que sus fuerzas bastan para sanarse y para encontrar plenitud y bienestar; que en realidad no necesita de un Dios que le ame, le perdone, le restaure o le llame a estar en comunión con Él.

5. La idea de la energía vital es científicamente indemostrada y probablemente indemostrable. Atribuir a las variaciones minúsculas de campos eléctricos o magnéticos poderes transformantes es asunto de chamanismo, animismo o panteísmo, y en cualquier caso es ajeno y contrario a la fe cristiana. Es reconfortante para el orgullo propio de nuestra época creerse uno que el poder está en las propias manos pero no hay base para ello. Lo pránico es un retorno a la magia ancestral, ingeniosamente re-empacado para consumo de clientes del siglo XXI.

Respetar la identidad femenina

“La paradoja del feminismo del siglo pasado es que mientras abogaba por la liberación de la mujer, negaba la condición femenina y la maternidad. El feminismo igualitario de los setenta impulsó la imitación del modelo masculino y el aborto como paradigma de la emancipación femenina, y el actual feminismo de género ha acentuado el rechazo de lo específicamente femenino y de la maternidad…”

Identidad femenina

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ESCUCHA, La respuesta al laicismo es el laicado

* El laicismo, perniciosa ideología que quiere imponerse en nuestro tiempo, tuvo primero una larga gestación, que puede trazarse con bastante nitidez por lo menos hasta el siglo XVIII.

* La Revolución Francesa no tenía como objetivo único derrocar la monarquía. Se trataba asimismo de eliminar privilegios y quitar poder a la nobleza y al clero. Una nueva clase, de origen burgués e intelectual, se presenta como vocera del pueblo en su conjunto para competir por una amplia porción de poder y no desea límites, filtros ni estorbos.

* La revolución industrial añade, a lo largo del siglo XIX, algunos nuevos factores: (1) El surgimiento de una mentalidad capitalista que ya no mide la producción por el consumo, y que ya no ve a las máquinas como prolongación de los seres humanos sino a los humanos como prolongación del ritmo frenético de las máquinas. (2) La respuesta sindicalista, que poco a poco se decanta hacia ver la sociedad como un campo de batalla de intereses incompatibles. (3) La respuesta comunista, primero victoriosa en Rusia (en contra de las predicciones de Marx), que cree que puede cambiar la naturaleza humana a través de un sistema de leyes que aseguren los derechos al “pueblo.”

* El conjunto de estas tensiones y argumentaciones es la base del laicismo, que quiere explicar y construir el mundo sin referencia a la religión y con la consigna explícita de sacar a Dios de todo espacio de interés público en la sociedad.

* A fines del XIX, después de una serie de duras condenas doctrinales en contra del materialismo y el llamado “liberalismo,” el Papa León XIII inaugura una aproximación distinta al problema a través de un amplio documento razonado: su encíclica Rerum Novarum, publicada en 1891. Esta encíclica representa un notable avance pero todavía no impacta suficientemente lo concreto de la sociedad.

* Las respuestas, más allá de las series de condenas y excomuniones, fueron surgiendo de manera progresiva a comienzos del siglo XX. Cabe destacar tres:

(1) Frank Duff, laico católico irlandés, se pregunta si es posible ser santo. Su interrogante no mira al problema en abstracto sino que quiere saber si la santidad es también un camino practicable para él en su condición de laico. El curso de sus reflexione lo lleva a fundar la Legión de María, cuyo propósito es trabajar en comunión con los sacerdotes para hacer lo que los sacerdotes no podrán hacer: llevar la noticia de Jesucristo y el bien de una fe viva a los más diversos rincones de la sociedad humana.

(2) El sacerdote Josemaría Escrivá tiene una inquietud semejante: ¿Es que acaso la santidad está reservada para unos pocos (los consagrados) y debe consistir en cosas exóticas o extraordinarias? Su predicación de la santidad como desarrollo y desenlace natural del bautizado, y no a través de lo extraño sino por la fidelidad cargada de amor en lo cotidiano, conmueve a una multitud de laicos, que de repente sienten que la fe es para ellos. Los múltiples retos van a requerir un discernimiento fuerte y casi continuo y por eso Monseñor Escrivá insiste en la dirección espiritual. El Opus Dei, nacido de estas intuiciones, adquiere así un rostro beligerante por no conformista.

(3) La Acción Católica, una iniciativa dirigida a los laicos pero salida del corazón y la mente de muchos pastores ya desde el siglo XIX, subrayó ese aspecto militante. El nombre mismo indica una superación clara del esquema pasivo, y una invitación a ser parte del rostro que tendrá la sociedad en el futuro.

* El Concilio Vaticano II asumió esta clase de experiencias, y muchas otras, como patrón que ha de proponerse a los laicos en su conjunto. Aún más: ayudo a ofrecer una definición positiva del laicado. Ser laico es hacer presente el reinado de Cristo en las diversas dimensiones y lugares de la sociedad. Ni el laico es un sacerdote a medio hacer, al que habría que promover dándole cada vez más lugar en la liturgia, ni el sacerdote ha de codiciar los puestos de poder en la sociedad civil.

* Corresponde especialmente a los movimientos eclesiales la avanzada en esta nueva comprensión de la vida de los laicos. Tres características suelen acompañarlos: (1) Conciencia de la vocación laical; (2) Formación y discernimiento permanentes; (3) Sentido de comunidad.

* Este laicado, formado, consciente de su llamado y en gozosa comunión con la jerarquía de la Iglesia, es la genuina respuesta a la avanzada laicista.

Silogismos estrellados

“También existen hombres y mujeres de espectáculo que defienden la vida y luchan por darle voz en medio de nuestra cultura de la muerte. Y el presente artículo quiere, justamente, ofrecer cuatro argumentos que tal vez pueden ayudar. Más que silogismos, se trata de cuatro personas de ese mundo que, como Russell, han triunfado…”

silogismos estrellados

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ESCUCHA, Pedagogia sobre la Cruz para el cristiano

[Predicación en el Grupo de Oración “Pedacito de Cielo,” para la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz en 2013.]

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* Las tres fases más importantes en el descubrimiento del misterio de la Cruz llevan estos títulos: Dolor, Verdad, Victoria. Al principio sólo se percibe el dolor, y ante el dolor la reacción más común y natural es la rebeldía estéril. Pero mientras unos e quede en la sola rebeldía patina sin beneficio alguno, y aún retrocede. Si se supera esa fase se empieza a avanzar.

* La fase en que uno sólo ve en la Cruz el DOLOR tiene tres etapas:

(01) Llegar a aceptar como un hecho lo que uno antes rechazaba. Puede parecer puro estoicismo, y hay gente que se queda simplemente en eso: asumir la vida como viene, pero también es posible que a partir de la aceptación serena y profunda se abra un camino, que es el que conduce hacia los bienes de la Santa Cruz.

(02) Dice el refrán popular: “Del ahogado, el sombrero.” Suena cínico, pero puede ser un momento de gracia, en que uno empiece a descubrir que hay bienes exteriores que se han vuelto posibles a través de las mismas cosas que uno rechazaba. Por ejemplo: ser mestizo puede parecer un factor que disminuye la belleza de una raza más pura, pero a menudo las razas mestizas son más resistentes, emprendedoras y creativas.

(03) Dice la Sagrada Escritura: “Me estuvo bien el sufrir porque así aprendí tus justos mandamientos” (Salmo 119,71). Quien habla de esa manera no ha descubierto sólo ventajas o bienes exteriores sino que se da cuenta que él mismo ha pasado a ser un mejor ser humano: ha encontrado bienes interiores.

* La fase de la VERDAD tiene también tres etapas:

(04) Uno se da cuenta que a través de las pruebas, duros esfuerzos y contradicciones uno llega a conocerse. Es fácil creerse paciente, humilde y muy listo cuando no hay que responder a ningún desafío; pero cuando llegan las burlas o adversidades uno se da cuenta de que no es lo que creía: uno descubre la verdad de uno mismo. Esto no se logra sin muchos combate y unas cuantas derrotas.

(05) La vida nos conduce a veces a una DGU: Decepción generalizada del Universo. Hay tiempos en que sentimos que todo nos desilusiona o deja insatisfechos, incluyendo la familia, los amigos y las instituciones más representativas, sin excluir la Iglesia. Esa DGU puede volvernos amargados pero también puede colmarnos de admiración si miramos a Cristo: a este mundo, con todas sus incoherencias y miserias ha querido venir el Hijo del Dios vivo. “Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5,8) Así el dolor nos lleva de la mano a descubrir la verdad de Dios y de su amor.

(06) A partir de este punto nuestro modelo son los grandes santos, los que han descubierto mejor el tesoro de la Cruz. Enseña por ejemplo Santa Catalina de Siena que cuando las cosas van según nuestro gusto y placer, no podemos estar seguros de que esa sea voluntad del Señor, o si tal vez es la sutil presión que nuestro capricho y la fuerza de nuestro intelecto ha impreso en lo que nos rodea. La contradicción, en cambio, la verdadera contradicción, precisamente porque no es querida, nos da la certeza de no venir de nuestra voluntad. Es entonces un agente externo que no puede escapar al poder de Dios y que a la vez sabemos que no está en nuestras manos. Por lo tanto, es expresión muy clara del querer divino que así nos modela y guía. Se da entonces una paradoja: conocemos mejor la voluntad de Dios, y su plan para con nosotros, cuando las persecuciones, burlas y ataques se multiplican.

* La fase de la VICTORIA tiene cuatro etapas:

(07) Victoria sobre el demonio. Es sabido que el demonio pretende atraparnos con una estrategia que es su mentira fundamental. El enemigo malo pretende llevarnos a un falso dilema: “O eres obediente a Dios, pero infeliz; o eres feliz, pero para eso debes desechar a Dios.” La Cruz trae victoria sobre el demonio porque le permite a uno responder de este talante: “Abrazo con fe y amor la Cruz, y seguiré el camino que Dios me muestra, y sobre mis bienes o lo que yo reciba, es él quien decidirá en su sabiduría.”

(08) Victoria sobre el propio yo. Muy a menudo nuestros miedos o cobardías magnifican el tamaño de los obstáculos y peligros, encerrándonos en una cárcel de mediocridad y pusilanimidad. La Cruz nos empuja a no definir el tamaño de nuestra obras por el tamaño de nuestros miedos, logrando efectivamente que vayamos más allá de nosotros mismos. Es la fortaleza que brilla en los santos, y sobre todo en los mártires.

(09) Victoria sobre el mundo. Dice Jesús: “Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo” (Juan 16,33). El que mira el amor grande y victorioso de la Cruz no siente ya obligación de seguir los dictados de la opinión pública o la mayoría, porque Cristo fue crucificado “por mayoría.” Tampoco siente la presión vanidosa de “ser original.” No pretende ni agradar ni desagradar al mundo sino sólo agradar a Dios.

(10) Victoria del amor. Y cuando se han descubierto los bienes perdurables que el Crucificado dejó como tesoro de la Cruz, entonces se puede sentir el deseo de unirse al acto de bendito amor que llevó a Cristo a la Cruz, pues no fue obligado por otra cosa sino sólo por su propio e infinito amor. Esa obra ha de extenderse por el mundo para gloria del Padre, y por eso decimos con San Pablo: “Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por Su cuerpo, que es la iglesia.” (Colosenses 1,24).

Voces que pretenden representar a todas las mujeres

“No es razonable –explicaba Alvaré– que unos pocos grupos hablen en nombre de todas las mujeres en temas como la vida, la familia, la sexualidad o la religión. Las más de 31.000 mujeres que han firmado la carta abierta [37.000 ahora] ya no se van a quedar sentadas en silencio mientras unos pocos políticos y sus aliados insisten en que la libertad religiosa tiene que doblegarse ante la teoría –la ideología, más bien– de que el núcleo de la libertad de las mujeres es el ejercicio de la sexualidad sin compromiso”

Voces usurpadas

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