Vidas Consagradas, 8 de 12, Espiritualidad de la Encarnacion

Retiro Espiritual con las Dominicas Hijas de Nuestra Señora de Nazareth, del 26 al 31 de Diciembre de 2011. Tema 8: Espiritualidad de la Encarnación.

La Encarnación de nuestro Señor Jesucristo es un evento tan completamente singular que la única comparación posible es con la creación misma. Él es, de hecho, el “primogénito” de la nueva creación.

Si en la primera creación Dios obró a partir de la nada, la nueva “nada” es María Santísima, es decir, su disponibilidad absoluta a Dios la hace transparencia de su obrar e incluso de su ser. La Encarnación ha de ser vista como una especie de creación a partir de la carne de María, a partir de su “nada.”

Pero ese obrar libre y creador de Dios “a partir de” no se puede compaginar con la idea de una especie de intimidad entre Dios y la mujer, que es lo que queda supuesto si uno mira a José como excluido del misterio de la Encarnación, o si se piensa que María aportó sus cromosomas, dejando a Dios la aportación de lo que daría el varón. Dios no viene a reemplazar al varón, sino a bendecir y consagrar el amor de una pareja, pero de un modo nuevo, que sólo puede llamarse virginal. Por eso ha de decirse que María es Madre virginal de Cristo, y José, padre virginal de Cristo.

Esta inmensa santidad tanto de José como de María no fue preservada por Dios por vía de aislamiento, separándolos del mundo miserable y pecador, sino por vía de servicio. En la humildad está el secreto para escapar de las tupidas redes del demonio.

Vidas Consagradas, 7 de 12, Espiritualidad de Nazareth

Retiro Espiritual con las Dominicas Hijas de Nuestra Señora de Nazareth, del 26 al 31 de Diciembre de 2011. Tema 7: Espiritualidad de Nazareth.

Nazareth es una hermosa pero muy humilde villa en Galilea, la región más despreciada de lo que fue la Tierra Prometida. Los creyentes de Nazareth pertenecen, sin duda, a lo que la Biblia llama los “anawim,” es decir, aquellos que han hecho el itinerario completo de la fe, hasta descubrir en Dios su única fortaleza, guía y alegría.

Ese itinerario es el del Antiguo Testamento: es una peregrinación que lleva de los bienes exteriores a las realidades del corazón. Sus etapas principales son: (1) Descubrir que es bueno estar con Dios, y que Él es mi delicia. (2) Darse cuenta de que hay obstáculos que me alejan de ese Dios sabio y bueno, y esos obstáculos los he puesto sobre todo yo mismo, de modo que debo dejar de buscar tantos culpables afuera. (3) Descubrir el regalo y el don de la esperanza, como confianza en Él.