Vidas Consagradas, 5 de 12, Fraternidad

Retiro Espiritual con las Dominicas Hijas de Nuestra Señora de Nazareth, del 26 al 31 de Diciembre de 2011. Tema 5: Fraternidad.

No vive la religiosa su consagración en soledad sino en comunidad. Y para ser comunidad no basta con compartir una tarea, que equivale a ser colegas, o compartir un ideario, que equivale a ser camaradas o compañeros. Hay que aprender a ser hermanos.

La Revolución Francesa habló de una “fraternidad” contradictoria, porque carece de padre común. Ese modelo de fraternidad se ha entrado en la Iglesia, y consiste en compartir entusiasmo por un proyecto o por alcanzar una meta. Ese modelo de fraternidad es una trampa para la vida religiosa porque la Hermana que se siente mal o en crisis por definición no comparte el mismo nivel de entusiasmo por los proyectos comunes, y entonces, según este modelo, su conexión de fraternidad se debilita o rompe, llevando al aislamiento. Es un círculo vicioso que puede terminar con la salida de la comunidad.

Tampoco vale hablar de “sororidad,” que equivale a convivencia de quienes se reconocen como hermanas. Una religiosa no vive con mujeres porque le gusta vivir con mujeres sino porque le gusta la Persona, el Mensaje y la Esperanza que Cristo ofrece.

Vivir en fraternidad es, en cambio, reconocer que una misma vida, una misma sangre redentora y un mismo amor del Espíritu nos hacen a unos miembros de los otros. Esto, desde el punto de vista teológico. Desde un punto de vista práctico, la vida en comunidad permite eliminar o disminuir enormemente el “ruido” del deseo, con lo cual es posible amar en libertad.

Ser, pues, hermanos, o hermanas, es un modo de ayudarnos mutuamente en el servicio a Dios y la búsqueda común de la santidad.