Cuando las barbas de Noruega veas pelar

en Noruega, prácticamente todo el mundo se divorcia… una vez, después otra vez más… y ya a la tercera no se vuelven a casar, sino que se arrejuntan intermitentemente con quien más les convenga. El resultado es que, generalmente, en las casas viven dos personas: un adulto (padre o madre, generalmente madre) y un niño. Los niños se ven salir del colegio solos, con su llave colgada al cuello, llegar a casa y pasar totalmente solos la tarde, hasta que su padre o madre llegan a casa después de trabajar. En la ancianidad, prácticamente todo el mundo está solo. De hecho, se ha convertido en un problema importante el hecho de que mucha gente muere y nadie se da cuenta durante semanas, por lo que el gobierno está intentando tomar medidas para que la gente forme parte de grupos y asociaciones y así tengan algún tipo de relación con alguien.

Tras décadas de políticas que minaban los fundamentos familiares, el resultado hoy es que una gran parte de los noruegos, a lo largo de sus vidas, no son capaces de crear lazos que superen las dificultades. Es decir, no son capaces de crear familias. Puede que esto sorprenda o incluso escandalice a alguien, pero el resultado de las políticas que van contra la familia es… la destrucción de las familias.

En nuestro país llevamos menos años de estas políticas, pero en los últimos años se han acelerado y los datos estadísticos van mostrando lo mismo: unas cifras cada vez menores de matrimonios, unas cifras enormes de divorcios, el número de hijos por los suelos y, como hace poco se publicó en InfoCatólica, una media bajísima de personas por hogar. Vamos hacia lo mismo: la desaparición de las familias y la creación de una sociedad de individuos. Cosa normal, por otra parte, ya que cada persona tiene un voto y a los políticos eso es lo único que les importa: los votos de esas personas individuales. De hecho, cuanto más separados estén de otras personas, más dependerán de papá Estado y de los partidos que se turnan para ponerse esa careta.

vía Cuando las barbas de Noruega veas pelar.

Educacion Catolica, 001

Introducción y Plan General

1. Queridos hermanos, discípulos del Maestro divino Jesucristo, en el seno de la Doctrina de la santa Iglesia, dice nuestro Señor y Dios:

“Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 18-20).

En esta expresión del Espíritu Santo en el Evangelista san Mateo, nos muestra lo que es la educación católica:

Hacer discípulos, bautizándolos, y enseñándoles a guardar todo lo que Cristo ha mandado.

Es significativo que se ponga como principio o introducción el “hacer discípulos” antes de bautizar, y se complemente el discipulado y el bautismo con la necesidad de “guardar lo que Cristo ha mandado”. Esto nos hace ver la importancia del discipulado, como una preparación indispensable que acompaña a los Sacramentos; porque puede suceder que un simple feligrés o un sacerdote pretendan ser “maestros” o “guías”, cuando no han consolidado el discipulado (del cual no deben salir).

La enseñanza católica es muy diferente a la enseñanza del mundo, pues implica el poder y el Plan de Dios, dirigido al hombre exterior, al hombre interior y a Dios mismo que reside en lo profundo del alma humana. Todo ello en el seno de la santa Iglesia. [Sobre el hombre exterior y el hombre interior: “Por eso no desfallecemos. Aún cuando nuestro hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando de día en día” (2 Co 4, 16).]

Con la venia y la ayuda del Espíritu de Dios explicaremos estos tres componentes importantes de la educación católica: a) Hacer discípulos, b) Bautizándolos y, c) enseñándoles a guardar lo que Cristo ha mandado.

[Texto original de Juan de Jesús y María.]

Disfraces de la soberbia

“La soberbia sabe bien que si enseña la cara, su aspecto es repulsivo, y por eso una de sus estrategias más habituales es esconderse, ocultar su rostro, disfrazarse. Se mete de tapadillo dentro de otra actitud aparentemente positiva, que siempre queda contaminada…”

soberbia

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