IV-C. Perfil unico y caracteristico del amor cristiano

163. Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos. (Mt 5, 43-45)

164. Cuando des un banquete, invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos. Dichoso tú, porque no pueden pagarte; pues te pagarán, cuando resuciten los justos. (Lc 14,13-14)

165. A los ricos de este mundo recomiéndales que no se envanezcan, que pongan su esperanza, no en riquezas inciertas, sino en Dios, que nos permite disfrutar abundantemente de todo. Que sean ricos en buenas obras, generosos y solidarios. Así acumularán un buen capital para el futuro y alcanzarán la vida auténtica. (1 Tm 6,17-19)

166. A mí Dios me ha enseñado a no considerar profano a ningún hombre. (Hch 10,28)

167. Comprendo verdaderamente que Dios no es parcial, antes acepta a quien lo respeta y procede honradamente, de cualquier nación que sea. (Hch 10,34)

Sobre la naturaleza del protestantismo

Un artículo de Luis Fernando Pérez Bustamente.

En un tiempo como el que nos toca vivir, en el cual los vientos del ecumenismo parecen soplar de nuevo con fuerza, no es fácil plantarse firme e intentar decir cuatro o cinco verdades acerca de los “hermanos separados”. Yo, que durante casi 9 años de mi vida fui cristiano evangélico, sé lo que es estar a los dos lados de la acera. Y se da un hecho innegable a la vez que peculiar. Mientras que en la acera protestante-evangélica podemos encontrarnos a una gran mayoría de “hermanos” que rechaza la posibilidad de que seamos cristianos los católicos verdaderos, que creemos por tanto en todos los dogmas de la Iglesia, en la acera católica no abundan aquellos que ponen en duda la naturaleza cristiana del protestantismo evangélico. Sin entrar a valorar, no merece la pena, la opinión anticatólica de esa mayoría de protestantes-evangélicos, creo necesario dar una serie de puntos claves por las que los católicos en general, y los que tienen un contacto más habitual con los protestantes en particular, deberían de ser menos optimistas en cuanto a la existencia de un elemento cristiano genuino en la eclesiología del protestantismo.

Desde los tiempos de la Reforma, el protestantismo enarboló una serie de lemas que podríamos considerar como los dogmas de fe de la cristiandad protestante. Analicemos la teoría de uno de esos lemas, y veamos en qué se convierte en la práctica:
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