189. Todo Lo Que Tu No Puedes, Parte I

189.1. Un hombre inteligente aprovecha los recursos que nacen de todo lo que está a su alcance; un hombre sabio aprovecha también lo que está en poder de los que pueden enseñarle algo; un hombre santo aprovecha incluso todo lo que no puede. Y yo quiero que tú seas más que inteligente, sabio; y más que sabio, santo.

189.2. A primera vista sorprende la terrible inutilidad de la Cruz. ¿Para qué el dolor? ¿Para qué puede servir el espectáculo espantoso de ver a un hombre reducido a la más cruda y cruel impotencia, como puro receptor del sufrimiento? Y sin embargo, como te ha sido predicado y como tú mismo has predicado, de la Cruz de Cristo ha nacido el fruto más saludable y deleitable de cuantos conoce el Universo. Una y otra vez has de preguntarte con amor: ¿por qué es así?

189.3. Cristo no fue solamente inteligente; Cristo no es solamente un gran sabio; Cristo es el Santo entre todos los santos. Su Cruz bendita es la muestra más preciosa de cómo es posible e incluso necesario saber aprovechar todo lo que no se puede. Porque también la “imposibilidad” tiene su “poder.” De eso quiero hablarte hoy.

189.4. El mapa de todo lo que tú sí puedes es el mapa de lo que eres hasta ahora. El mapa, en cambio, de lo que no puedes, pero sí quieres porque es bueno, y sí necesitas porque es saludable, es el mapa de todo lo que vas a ser. Lo que puedes retrata lo que eres; lo que no puedes dibuja lo que serás. Nota, sin embargo, que hay una doble condición: que lo que no puedas sea bueno, y que además sea conveniente o aun necesario para ti.

189.5. Cuando te das cuenta de que puedes algo, te conoces a ti, pero sólo accidentalmente, pues tu atención se vuelca sobre el objeto de tu deseo y tu intención, es decir, sobre lo que puedes. Así, por ejemplo, ya que puedes caminar, tu atención no se dirige inmediatamente sobre el hecho maravilloso de caminar, sino sobre el lugar adonde quieres ir. Cuanto mayores son tus posibilidades, más fácil es que te descuides de ti mismo por estar concentrado en las metas próximas que te ofrece cada una de esas posibilidades.

189.6. Dos riesgos provienen de aquí: uno, que en la medida en que tus posibilidades pueden ser gobernadas por otros, a través de la ciencia, la publicidad y la tecnología, tu vida misma pasa a ser propiedad de esos otros. Segundo riesgo, que, embebido en el mundo de las cosas, pierdas la noción de los fines para los que fuiste creado y así se te vaya la vida sin atender al llamado profundo de tu Dios y Señor.

189.7. Por el contrario, cuando te das cuenta de que no puedes algo, el objeto de tu deseo y tu intención te resulta conocido sólo accidentalmente, y tu atención se vuelca más bien sobre ti. Esta es la razón profunda por la que el sufrimiento es de suyo una escuela que enseña lecciones imposibles de aprender de otra manera. La típica superficialidad de la persona que no ha padecido contrasta nítidamente con la característica profundidad del que ha aprendido de sus dolores, limitaciones e imprevistos. El primero conoce “cosas;” el segundo conoce “humanidad;” y puesto que es mayor la dignidad de la persona humana que la de cualquier cosa de esta tierra, sale ganando el segundo.

189.8. Deja que te invite a la alegría. Dios te ama; su amor es eterno.

Una respuesta a «189. Todo Lo Que Tu No Puedes, Parte I»

  1. ¡¡¡Gracias por enseñarme el valor de “lo que no puedo”!!!María te cubra con su manto misericordioso.

Los comentarios están cerrados.