La supuesta autoevidencia de la induccion para la ciencia moderna

La serenidad ayuda en la búsqueda de la sabiduría, Gallego.

Vamos a ver por qué llegamos al tema de la autoevidencia de la inducción.

Hace unos días empecé hablando de concepciones comunes sobre la ciencia. No son las mías (eso ya lo expliqué) sino concepciones populares sobre el tipo de conocimiento que da la ciencia. Como un ejemplo de lo popular que esto es invité ver el blog de Richard Dawkins, o un link del New York Times. Como Gallego pensó que yo escogía las citas que publica el New York Times, creo que es bueno mencionar aquí un par de links de un ateo extremadamente famoso: [1] y [2].

Yo había escrito que personas como Dawkins piensan de la siguiente manera: “La ciencia en cambio esclarece de modo progresivo y seguro las leyes que gobiernan el cosmos, los hechos acaecidos en la historia e incluso los factores que determinan la conciencia y el comportamiento humanos.” (A1)

Por supuesto que sigo creyendo que esa es la manera de pensar de ellos.

Recién llegado a este post (al que aquí me referiré siempre como “el post” o “este post”), Gallego criticó mis palabras diciendo algo que todos sabemos: “la ciencia no da nunca leyes de forma segura.”

Pero veamos a quién ataca Gallego al decir eso. ¿A mí? No, ciertamente, porque yo no creo que la ciencia dé leyes de forma segura. Entonces ¿qué es lo que critica Gallego? Sin duda él piensa que yo estoy caracterizando a los ateos y agnósticos como personas que creen que “la ciencia da leyes de forma segura.” Pero yo no dije eso. Lo que yo dije fue que estas personas creen en un modo, al que consideran progresivo y seguro, pues mis palabras originales fueron: “La ciencia… esclarece de modo progresivo y seguro las leyes que gobiernan el cosmos, los hechos acaecidos en la historia e incluso los factores que determinan la conciencia y el comportamiento humanos.

Yo creo que Gallego cree que yo atribuyo a estas personas la creencia de que la ciencia da leyes “seguras.” No, yo no hago eso; yo me refiero al modo o método. Mi punto es que estas personas consideran que la única forma de conocimiento válido es la ciencia. Es en este sentido, exactamente en este sentido, en que yo digo que ellos piensan que la ciencia es “segura,” porque juzgan que ninguna otra forma de conocimiento tendría validez, y yo entiendo que si algo se tiene como lo único válido es porque se le ve como lo único seguro.

En efecto, el término “seguro” se usa apropiadamente cuando se llega a afirmaciones que se consideran absolutas. Y quienes piensan como he expuesto en A1 consideran que han llegado a una afirmación absoluta cuando dicen que ninguna otra forma de conocimiento es válida. El uso del término excluyente “ninguna” indica una convicción total. Gallego dice algo extraño en este punto de nuestro diálogo. Dice: “Yo no reconozco otro [modo de conocimiento válido], pero eso no significa que sea seguro.” Supongo que Gallego interpreta “seguro” como referido a los resultados de la ciencia mientras que yo hablo de los presupuestos de la ciencia. Si una persona no está segura de lo que se puede o no conseguir con la ciencia, ¿podría decir en justicia que no hay otra forma de conocimiento válido?

Por eso yo le pregunté a Gallego: “¿Cómo estás seguro de que no hay otra forma de conocimiento que no sea el de la ciencia? Si estás seguro de eso, ese es el sentido en que uso la palabra “seguro.” Si no estás seguro de eso, ¿por qué no reconoces otras formas de conocimiento? Obsérvese que yo hablo de la seguridad en los presupuestos o principios. Gallego responde: “Yo creo que existen varias formas de conocimiento. Pero sólo reconozco uno como válido.” Según él, pues, sólo es válido el conocimiento científico pero los otros son también conocimientos. Es un uso extraño del lenguaje, por decir lo menos. A mí me enseñaron que lo que no es válido es inválido, lo cual significa que, o es “falso” o es “carente de sentido.” Mi curiosidad a este punto va en aumento.

Entonces le pregunto a Gallego por sus razones para creer que el conocimiento científico sí es válido, dado que, según él, todos los demás existen pero sólo en la bruma de la invalidez. He aquí su respuesta: “La ciencia no puede demostrarse a si misma. Sería un razonamiento circular que no demuestra nada. Lo que si puede hacerse es suponerla como válida (con unos supuestos) y ver que no entra en contradicciones (suponiendo antes también el principio de no contradicción, PNC) como válido.” Yo pienso que eso de “suponer” es un acto de fe, de fe en la ciencia. Gallego explica que esa fe se ve recompensada por el hecho de la coherencia interna. Es un argumento de escaso valor. La coherencia interna es un principio lógico que no garantiza nada en las afirmaciones sobre el mundo exterior. Por eso le pregunto a Gallego sobre los principios que fundamentan el método científico. Su respuesta es suscinta: “Los principios que hacen posible ese conocimiento son los del método inductivo-deductivo: la inducción y la deducción.”

Como la deducción es en sí misma un procedimiento lógico, es en este punto del díalogo donde la atención se centra en la inducción. Personalmente encuentro el tema de la inducción y su uso en ciencia como un asunto fascinante pero increíblemente complejo. No parece tan complejo a Gallego, según se verá pronto. Lo más interesante para mí es que aquello que sirva de fundamento a la ciencia no es ciencia ello mismo. Y es muy interesante ver qué se responde cuando una persona que dice que sólo el conocimiento científico es válido se le pregunta por los fundamentos extra-científicos que hacen posible que solo la ciencia sea válida. Si esos fundamentos no son ciencia no deberían ser válidos, ¿no? Y si son ciencia, entonces tendríamos a la ciencia apoyándose sólo en sí misma.

Por eso le pregunté: “Esos principios que mencionas sirven de base a la ciencia, según lo que has dicho. No hay para ellos evidencia científica, entonces. ¿De dónde surge su fuerza, y por qué es racional apoyarse en ellos? Por otra parte: si es racional apoyarse en esos principios que mencionas, los cuales no son científicos sino que sirven de base a la ciencia, quiere decir que SÍ hay un conocimiento firme y seguro aparte de la ciencia. ¿Correcto?

Gallego responde con tres cosas: que la ciencia es coherente, que la fuerza de esos principios surge de su autoevidencia, nada más y nada menos, y que esos principios no son absolutos.

La coherencia de un sistema que se apoya sólo en sí mismo es un asunto restringido al ámbito de la lógica y no puede tener pretensión de conocimiento del mundo real. Sobre la autoevidencia hay mucho que decir, y se dirá en un momento. En cuanto al hecho de que esos principios no sean absolutos yo no entiendo bien a Gallego. Si uno dice que esos principios no son absolutos, ¿cuáles son los que sí son absolutos? Si él dice que no hay principios absolutos, ¿entonces en qué quedamos: se admite o no se admite el principio de no-contradicción? Si se admite como absoluto, entonces sí hay absolutos. Si no se admite como absoluto entonces ¿por qué rechazar que un sistema sea incoherente? ¿O es que Gallego admite sistemas que se contradigan internamente? No parece… es bien extraño, pero a la vez resulta interesante seguir el orden de las esta serie de razones.

Entonces vamos con la autoevidencia.

Escribí en su momento: “Como destaca Paul Davies, entre otros físicos contemporáneos, la inducción misma parte de afirmaciones que no demuestra como son: la existencia de leyes estables y cognoscibles en el universo. Como este es un supuesto sobre el que trabaja la inducción, ella misma no explica de dónde vienen esas leyes, sino que las toma como un hecho que está ahí.” El hecho de que uno haga inducciones todo el tiempo pertenece al ámbito del conocimiento informal o de sentido común. Yo las hago, todo el mundo las hace, pero eso no demuestra la autoevidencia, porque lo que yo pregunté fue esto: “Esos principios que mencionas sirven de base a la ciencia, según lo que has dicho. No hay para ellos evidencia científica entonces. ¿De dónde surge su fuerza, y por qué es racional apoyarse en ellos?” Lo que mi pregunta busca no es que se me diga que “todo el mundo lo hace” sino “¿De dónde surge su fuerza, y por qué es racional apoyarse en ellos?” ¿Acaso la inducción recibe su fuerza del hecho de que “todo el mundo hace inducciones todo el tiempo”? ¿Es esa la clase de sustentación para una práctica científica que tiene tanta trascendencia y que ha hecho correr ríos de tinta? Por supuesto que no, y por eso mi pregunta está abierta y esperando respuesta.

Por varias razones me llama la atención la línea que ha tomado esta conversación con Gallego. Una, quizás la más importante, es la comprobación de que cualquier afirmación sobre la ciencia escapa a la comprobación de la misma ciencia. Por eso comentaba Rowan Williams, refiriéndose a R. Dawkins: “Puede ser un buen científico, pero su formación filosófica es deficiente…” Y resulta que para hacer afirmaciones meta-científicas hay que construir un sistema que sea racional pero que acuda a otro tipo de certeza. Al negar toda otra forma de certeza sólo queda afirmar que las cosas son así porque es evidente que “son así,” o afirmar que son así porque todo el mundo las ve así.

Fr. Nelson Medina, O.P.