Frases románticas de todos los tiempos… y su aplicación a la Divina Eucaristía

Las frases más románticas que yo haya conocido son estas:

1. Quisiera vivir a orillas de tus ojos. Original de una poetisa colombiana. Y sí, a orillas de los ojos de “El Más Hermoso de los Hombres” (Salmo 45) vive aquel que pasa largos ratos junto al Sagrario, sabiéndose conocido, bendecido y amado.

2. Yo no me cansaría de estar contigo; sólo podría cansarme de NO verte. Así le hablaba una chica enamorada al muchacho de sus afectos. ¡Qué hermosa el alma que siente hastío de todo si no tiene a su Cristo! ¡Qué bello el corazón que no halla reposo sino en el Rey de nuestras almas!

3. Prohíbeme irme de ti. Frase que en la película “Espartaco” él le dice a su novia y luego esposa. Indica a la vez el poder que el amor tiene sobre él, y el deleite que ese amor le produce. Yo pregunto: ¿cómo será un corazón genuinamente enamorado, fascinado de Dios?

4. ¿Sabes por qué el mar es salado? ¡Es que tú te llevaste toda su dulzura! Piropo original de una joven a su novio, que bien enfatiza la inmensidad de gozo y de suavidad que ella experimenta ante el objeto de su amor. Expresiones semejantes hallamos en las almas místicas, que a menudo utilizan la grandeza del océano, un océano “sin fondo ni ribera,” como decía Santa Catalina de Siena, para proclamar que Dios es infinito en su compasión, su ternura, su delicadeza, su misericordia.

5. ¡Amor! ¡Yo, que sepa, las estrellas salen sólo de noche! Elogio más o menos conocido, que destaca el brillo, la luz que trae aquel o aquella que despierta el amor. El evangelista Juan nos dice que en Cristo recibimos “gracia sobre gracia” y repite con gusto: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna” (1 Juan 1,5)

6. ¿Sabes que es lo más bonito de mis ojos? El reflejo de los tuyos.. Así le escribía un joven a su enamorada. Nos hace recordar aquello del Génesis, cuando Dios vio todo lo que había hecho, “y era muy bueno.” Pero nada de la creación visible fue hecho para mirarlo a él, sólo nosotros, los seres humanos, que podemos reflejar en nuestras pupilas la mirada misma de nuestro Creador.

7. Si los ángeles del cielo son como tú, ¡quiero morir ahora mismo!. La muerte se asocia a menudo al amor, porque sólo el amor colma la vida hasta más allá de sí misma. Esta frase bella se le dice a una belleza que acaba, ¿qué había entonces en el corazón de una Santa Teresa de Jesús, que le decía a Dios: “Muero porque no muero”?

8. Cuando te conocí tuve miedo de mirarte, cuando te miré tuve miedo de quererte, y ahora que te quiero tengo miedo de perderte. Un poco largo pero bellísimo en su combinación de timidez y arrojo. Las dos cosas se dan cita en el encuentro con el Altísimo, como lo demuestra la intercesión de Abraham (Génesis 18,17-32), o en la súplica llena de ternura de Moisés: “¡Déjame verte!” (Exodo 33,18-23).

9. Para el mundo eres una persona, pero para una persona eres el mundo. Hermosamente se declara aquí la unicidad de un sentimiento que a la vez colma y da sensación de totalidad. A los cristianos nos hace recordar la noche de oración de San Francisco de Asís, repitiendo con devoción sublime: “¡Mi Dios, y mi todo!”

10. Terminemos en tono menor, recordando algunos piropos populares que destacan la alegría de encontrar el amor. Quiera Dios que muchos puedan sentir esa alegría, y por supuesto, que la encuentren primero en Él mismo. Aquí va la serie alegre del final: “¿Te dolió caer del cielo, angelito?”; “¡No camines al sol que te derrites!”; “¿De qué jugueteria te escapaste?”; “¿Sabes que horas son? Es que quiero contarle al mundo cuándo me volví loco.”

Una respuesta a «Frases románticas de todos los tiempos… y su aplicación a la Divina Eucaristía»

  1. Preciosas!
    Ojala en nuestros corazones haya tanto amor para Jesús Eucaristía y podamos dedicarle estas y otras frases con todo nuestro corazón.
    Hoy se celebra la memoria de un Santo Fundador Mistico, San Pablo de la Cruz, que se enamoró del Crucificado y hablando de la Pasion decía:”La Pasión de Jesús, Mar inmenso de Amor”.
    Oremos unos por otros, para que como San Pablo de la Cruz nos enamoremos de tal manera del Señor Crucificado que inundados de ese Amor hagamos todo el bien posible a nuestros hermanos.

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