Dios Providente

Dios Providente,

bendito seas por tus misericordias,

porque quisiste hablarnos

y hallaste modo de hacerlo;

porque viéndonos caídos

quisiste levantarnos:

por ello tu Palabra Omnipotente,

hecha carne de nuestra carne,

aunque exenta de toda mancha de pecado,

habló un lenguaje apropiado

a la grandeza de tu misterio

y a la bajeza de nuestra condición.

Para hablarnos en Jesucristo

labraste un lenguaje nuevo,

sabiamente preparado

por los siglos

que anduvo Israel,

por el pecado y la conversión

de tu Rebaño,

por el dolor y la humillación

de tantos hijos de tu Pueblo amado

y por la espera amantísima

de María,

a quien elegiste

por verdadera del Hijo de tu amor.

Sólo así,

Padre Bondadosísimo,

sólo así:

mostrándote progresivamente

a los hombres,

y acreciendo en ellos

la luz de tu Espíritu,

sólo así quiso tu Amor

que tu Palabra llegara hasta nosotros,

para que siendo desde siempre tuya,

fuera también verdaderamente nuestra.

Bendito tú, Señor y Dios,

para quien no hay barreras insalvables,

ni obstáculos insuperables,

ni empresas imposibles.

¡Bendito tú, que nos has bendecido!

En verdad, Padre Dios,

la salutífera Encarnación de tu Palabra

vino a dar forma y contenido

a la difusión de tu Amor entre nosotros.

Y así, en la vida, pasión,

muerte y resurrección

de Nuestro Señor Jesucristo,

–¡tan humano y divino a la vez!–,

se ha manifestado

cuanto tu Amor inspiró y sugirió

a los hombres,

desde que el mundo existe.

Y ahora, Padre,

ahora que a la luz de tu Palabra

–luz de tu mismo Espíritu–

hemos recibido el testimonio de tu Iglesia,

ahora creemos, amamos y anunciamos

cuanto has querido enseñarnos

en la voz, las obras y padecimientos

de Cristo, tu Hijo:

en su caminar por nuestra tierra,

en su mirar nuestra miseria,

en su muerte al atardecer

y en la mañana de Pentecostés.

¡A él, junto contigo

y con tu Santo Espíritu, sea la gloria,

hoy y siempre y por los siglos!

Amén.

Una respuesta a «Dios Providente»

  1. Dios bendiga tu inspiración; gracias a ella muchos que vivimos momentos de sequedad, de dispersión en el diario vivir, podemos orar con tan hermosas y elocuentes palabras.¡Gracias!
    María custodie tu vocacion y tu misión.

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