Belleza Femenina

Para tener labios atractivos, habla palabras de bondad y sabiduría.

Para tener una figura delgada, comparte tu alimento con el hambriento.

Para tener ojos de amor, busca lo bueno en las personas.

Para tener un cabello hermoso, deja que un niño deslice sus dedos a través de tu pelo una vez al día.

Para tener una vida equilibrada, camina en la gracia de Dios.

Recuerda, si alguna vez necesitas una mano auxiliadora, encontrarás una al final de cada brazo. A medida que vayas creciendo en la virtud, descubrirás que tienes dos manos, una para ayudarte a tí misma y la otra para ayudar a otros.

La belleza de una mujer no se encuentra en la ropa que viste, en la figura que posee o en la manera en que se peina. La belleza de una mujer debe ser vista en el interior de sus ojos, porque ahí está la puerta hacia su corazón, el lugar donde el Amor reside.

La belleza de una mujer no está en su apariencia, sino en su alma. Es el cuidado que ella amorosamente comparte. La belleza de una mujer crece con el pasar de los años, a medida que va conociendo a su Salvador y se va educando en la dulce esperanza de una eternidad junto a los ángeles y los santos.

“Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Yahvé, esa será alabada.” Prov 31,30.