Comunicación Tecnológicamente Perfecta

El concepto de Comunicación Tecnológicamente Perfecta (CTP) surge como hipótesis de trabajo sobre la base de las posibilidades siempre crecientes basadas en el principio de conectar más y más redes. Una versión rudimentaria de la CTP es el Internet que conocemos. Con todas sus limitaciones, Internet ha tenido sobre todo la capacidad de expandir nuestros sueños y de permitirnos imaginar que sucedería si los recursos que hoy conocemos siguieran progresando como lo han hecho hasta ahora.

En esto hay varias líneas de desarrollo, que pueden resumirse en cinco: sensorialidad, disponibilidad, agilidad, flexibilidad e indexación.

1. Sensorialidad

La transmisión de datos –esencialmente unos y ceros– se “humaniza” en una primera fase cuando se vuelve texto. La segunda fase nos lleva a las imágenes fijas construidas como mapas de bits. La tercera, a las imágenes comprimidas (formatos JPG, GIF, PNG, etc.). La cuarta nos conduce a los sonidos digitalizados con diferentes tamaños de muestreo y de rangos de frecuencias (archivos WAV). La quinta integra imágenes y sonidos en videos simples (AVI). La sexta comprime sonidos e imágenes en formatos mucho menores y por lo tanto más portables (MPG, RM, WVM, etc.). Finalmente, nuevos algoritmos permiten lograr un máximo de comprensión con un mínimo de pérdida de calidad: DivX, MPG4, y sobre todo el estándar “de facto” en sonido: MP3.

Estas siete fases perteneces todas a una sola línea de desarrollo, la que podemos llamar “sensorial.” Su meta es lograr que la vista y el oído puedan hallarse en su ambiente con el mensaje que llega.

2. Disponibilidad

Una segunda línea busca que la información actualmente existente, o en proceso o en posibilidad de construcción esté disponible en todas partes. El tema tiene una larga historia que puede hacerse remontar hasta los telégrafos, pero el impulso decisivo es sin duda el protocolo de comunicaciones IP que hizo posible Internet.

Lo peculiar de esta línea de desarrollo es que necesita fortalecer no sólo los caminos que conectan con las fuentes de información sino los seguros que bloquean esos mismos caminos, de modo que la información privada, de orden comercial, militar, empresarial o científico esté accesible sólo a quien esté autorizado. Por eso la disponibilidad va unida a la seguridad, con sus temas relacionados: encriptación, contraseñas, acceso restringido a bases de datos.

3. Agilidad

Esta palabra es la que quizá viene primero a la mente cuando se piensa en líneas de desarrollo tecnológico en comunicaciones: todos queremos más y más velocidad. El asunto funciona como una adicción: una vez que has probado banda ancha ningún módem telefónico te satisface; cuando has disfrutado una conexión T1 todo lo demás se ve mustio y primitivo.

Hay buenas perspectivas y buenas noticias a este respecto, por lo menos a la escala de archivos multimedia que consumimos hoy. Un archivo de audio (MP3) de óptima calidad puede escucharse de inmediato en la banda ancha que conocemos. Para el video falta más, sin duda, pero hay transmisiones con una calidad comparable a la de la televisión tradicional que pueden hacerse ya bajo protocolo de Internet.

La agilidad va unida al desarrollo de las tecnologías sin cableado (wireless). Es difícil sentirse rápido si uno mismo está confinado al espacio de los enchufes y conexiones de una oficina o sala.

4. Flexibilidad

El interés por desarrollar la flexibilidad es relativamente reciente. La idea es que el mensaje pueda ser apropiado de distintos modos o formatos. En embrión, es lo que uno se encuentra cuando una página de Internet tiene una “versión para imprimir,” o cuando un navegador puede usar distintas “pieles” (skins) a gusto del usuario. El contenido mismo se flexibiliza así, porque puede obtenerse de más de una manera.

En la misma línea va aquello de tener versiones con o sin imágenes, con o sin marcos, con distintos tipos o tamaños de letra, en forma de documento PDF, o formato Word, en envíos por correo electrónico, o colecciones personalizables de páginas web. En la misma línea va aquello de las versiones para teléfono celular, pantalla de computador o lector electrónico de texto escrito (como Text Aloud).

La flexibilidad es una idea interesante porque añade una cuota más de poder y de control en el usuario, cosa que es en el fondo el impulso básico de todos estos esfuerzos. Sin embargo, puede decirse que apenas empezamos a explorarla. El mercado tipográfico ha avanzado mucho más en esto preparando por ejemplo ediciones especiales para mujeres, para jóvenes o para empresarios.

A largo plazo, la flexibilidad trae entonces un tremendo reto tecnológico, a saber, hallar formatos que sean convertibles de modo eficiente y ágil. Este reto implica construcciones teóricas de alto nivel de abstracción que puedan considerar un “texto” en su sentido más general posible, para luego hacerlo encarnar en todo tipo de “pieles” y estilos.

Pero la flexibilidad supone también una teoría sobre el ser humano, es decir, una anticipación sobre qué es deseable. En un mundo ideal la tecnología debería poder anticipar un rango casi infinito de gustos pero desde luego ese no es el caso, y aquí encontramos una especie de barrera infranqueable cuya única solución es que los tecnólogos se vuelvan tecnócratas y empiecen sencillamente a construir la sociedad, y no solamente a responder a sus demandas. El símil con el mercado editorial viene de nuevo al caso: las revistas “para jóvenes” dicen responder a lo que los jóvenes “son” pero en la práctica están también haciéndolos ser, o sea, moldeándolos: la tecnología se vuelve tecnocracia.

5. Indexación

La última línea de desarrollo global se llama hoy Google. Tener un índice de todo: un ideal que por primera vez parece algo más que un sueño. Y sin embargo, Google tiene sus límites, por supuesto.

Por una parte, está la llamada “Internet Oculta” o “Internet Invisible.” Los algoritmos de Google esencialmente usan “robots,” o sea, programas de exploración que recorren las páginas de la web basándose en los links provistos por las misma páginas. La idea es genial, y no se ve cómo reemplazarla por otra mejor, pero por supuesto deja por fuera a muchos sitios. Hay quienes dicen que sólo está realmente indexado 1/500 de la web. Otros son más modestos y dicen que sólo se escapa entre 1/2 y 49/50 de lo que está en Internet.

Pero el problema central de Google, y con ello decimos: de prácticamente todos los buscadores, es la relevancia. El otro día alguien me preguntó sobre desarrollo tecnológico y diseño en la India. Pido a los lectores que intenten usar sólo Google para resolver una consulta así.

Google supuestamente lo tiene “todo,” o por lo menos 1/500 de todo, pero, como ya alguien dijo, ¿a quién le interesa que haya 46.400.000 páginas sobre un tema como India + technology? El reto de la indexación es en el fondo un reto de inteligencia artificial: ¿cómo entender qué es exactamente lo que quiere el usuario? Cosa que no es fácil, porque probablemente el mismo usuario ni siquiera lo sabe exactamente, aunque sí sabría qué quiere… si lo ve.

Las cinco líneas de desarrollo mencionadas no agotan el tema de la CTP. Hay que pensar en la capacidad (y necesidad) productiva del usuario, pues los nuevos medios son bidireccionales. Y hay que pensar también en los temas de portabilidad, manejo del poder en la red, y vínculos de las autopistas presentes y futuras de comunicación con otros núcleos de poder y modos de asociación humana, como son los países, las religiones o los emporios económicos.