No se diga que no lo intenté

Lo intenté pero de nuevo tuve que devolverme. No funcionó. Tampoco esta vez funcionó, aunque yo quería mucho que sí funcionara.

Hablo de Microsoft, especificamente de su Office. Ya yo no uso el navegador de Bill Gates (el ubicuo Internet Explorer) sino para dos cosas: para actualizar Windows, porque así ha amarrado Gates su sistema operacional con su navegador, y para comprobar que las cosas de la página se puedan ver bien en el browser que usa más del 90% de los PCs en el mundo.

Pero yo ya me liberé del IE. Ahora soy un entusiasta usuario más de Firefox, del cual tendré que hablar extensamente en otras oportunidades.

La verdad, me encanta la idea del código abierto aunque no me ha ido muy bien con los programas respectivos. He hecho lo consabido: instalar Thunderbird para el correo electrónico, intentar Linux para el sistema operacional, probar OpenOffice o EasyOffice para las tareas cotidianas… Hasta ahora el único que ha pasado mis pruebas, que reconozco que son exigentes, ha sido Firefox: ese sí me encanta.

En cambio, lo de EasyOffice, que ya va por su versión 7, me dio duro; me dolió. Yo quería liberarme de Office (uso una versión XP). Pero esta vez, de nuevo, Gates gana. En concreto: la potencia de los sistemas de búsqueda de Word y sus macros no tiene nada equivalente en EasyOffice. Y los macros me ayudan inmensamente en tareas cotidianas rutinarias como poner los tags apropiados para la publicación de las homilías en HTML.

Para mí no es una buena noticia volver a Microsoft Office. Lo único que eso me demuestra es que Gates seguirá enriqueciéndose… y que muchas personas seguirán pirateando sus productos. Yo no sería demasiado duro con ellos…