Parecía una esperanza…

… y ya no lo es. Ni parece que lo vaya a ser.

La impresionante reunión del Foro Mundial Social en Porto Alegre (Brasil), en enero de 2003, ha sido quizá la manifestación articulada antiglobalización y antiliberalismo despiadado más grande que hayamos visto en tiempos recientes. En Europa es noticia nuevamente Porto Alegre, por la reunión del Foro Social Europeo, del 12 al 15 de noviembre de 2003 en París, Saint-Denis, Bobigny y Ivry. Conviene recordar que este Foro Europeo, en su segunda edición (la primera fue en Florencia, 2002), se considera la traducción a lo “local” de los logros y consensos de Porto Alegre, es decir, que esta reunión en Francia suscribe la Carta de Principios que fue redactada y aprobada en Brasil.

Para aquellos de nosotros, que, por sentido común, convicción humanista o fundada postura religiosa, vemos con desconfianza y rechazo la evolución homicida del liberalismo económico global, este genero de conciencia y de actividad social debería constituir una buena noticia; debería ser una esperanza, pero no lo es. Y esa es la tristeza que debo anunciar hoy, como se anuncia la muerte de un niño o el suicidio de un amigo joven.

El movimiento antiglobalización, por lo menos en su versión del Foro Mundial Social, ha empezado a suicidarse, probablemente desde Porto Alegre, o tal vez desde antes aún.

¿Sabes cómo empezó esta reunión de noviembre del Foro Social Europeo? Demos la palabra a El Periódico, de España (13 de noviembre de 2003):

Por primera vez, los debates –que comenzarán hoy– fueron precedidos por la celebración de la llamada Asamblea para los Derechos de las Mujeres, en la que estaban representadas más de 130 organizaciones feministas procedentes de 37 países.

Las discusiones se centraron en la ‘voluntad de resistencia’ de las mujeres en Europa a problemas endémicos como la violencia, el trabajo, la pobreza, la precariedad, los derechos sexuales y reproductivos, el poder o las guerras. Mas que un balance de la situación, el encuentro planteó simplemente la diversidad de problemáticas y puso de manifiesto las numerosas redes de contactos y de solidaridad que existen actualmente para hacerles frente. Este encuentro se acabó con una manifestación en la que se aportaron testimonios de la lucha feminista.

Si Ud. es como yo, ya sabe qué sigue después de que uno oye el estribillo aquel: “derechos sexuales y reproductivos”. Sí, es eso. Exactamente eso. Uno no quiere seguir leyendo. Uno quiere conservar la esperanza. Es inútil; la noticia no podía acabar peor:

Ante el Tribunal de Bobigny, que acogió el último proceso por aborto en Francia, mujeres portuguesas y polacas hablaron de su lucha por legalizar la interrupción del embarazo en sus respectivos países.

¿Es ese el “movimiento antimundialización liberal”?

Para abrir derechos a los pobres, ¿lo primero que hacemos es sacar a patadas y cuchillos a los fetos? Para enseñar que hay que defender a los débiles, ¿lo primero que se les ocurre es llorar porque no les dejan matar impunemente a sus propios hijos?

Antes que la vida inocente de esos niños, nos han matado la esperanza a nosotros.

Sin embargo, hay algo que me alegra. Muchos cristianos todavía piensan que las ONG‘s son algo así como la traducción al siglo XXI del mensaje de la caridad y del Evangelio de Cristo. Pertenecer a una ONG no es, desde luego, un acto anti-cristiano. Es algo bueno, en principio, si miramos a la inmensa labor que muchas ONG’s realizan, los recursos que canalizan, y las energías y talento que reúnen. Nada de esto, sin embargo, evita que un número importante de ellas se preste para convertirse en títeres o cajas de resonancia que hacen propaganda a intereses finalmente inhumanos e irracionales. Entrar en ese juego es en el fondo apoyar a quienes nos van a traer más de lo mismo.

¿Es justa la causa de los que luchan contra la mundialización liberal? Desde luego. ¿Hace eso justos sus procedimientos y los pronunciamientos que rodean las asambleas de estos descontentos? No. Pero es claro que si una muchachita de 19 años quiere un mundo mejor y entra a una ONG y la ONG le dice que hay que ir a París y marchar, ella va y marcha. Su única posibilidad de presencia social es su ONG. Y si esa ONG resulta apoyando una “Asamblea para los Derechos de las Mujeres”, pues… allá estará nuestra pequeña amiga haciendo presión para que se propaguen los “derechos sexuales y reproductivos”… Así funciona. Y de vuelta a casa, el párroco de donde ella vive dormirá tranquilo –ojalá no– pensando que por lo menos esta niña tiene un modo “práctico” de expresar su fe “católica”.

¡Ese esquema, el de estos foros, me refiero, ya lo conocemos, no es nuevo! (1) Se toma una causa; (2) Se produce bulto : asambleas, gente, masa; (3) Sobre la grupa de la masa previamente enardecida, se derroca al poder anterior (sólo en este momento aparecen los que movían los hilos reuniendo masa); (4) Se calma a la masa con algo de “pan y circo“; (5) Se procede a disfrutar del nuevo poder y de sus réditos en dinero y especies. ¿No fue así la Revolución Francesa, en rápida sucesión de derrocamientos y baño de sangre? ¿No fueron así las luchas de la supuesta “independencia” de la mayor parte nuestros países de Amércia Latina, cuyo único triunfo claro fue el encumbramiento de la masonería y el descuido de las lenguas y culturas indígenas que, gracias a la Corona Española, sí eran estudiadas y apreciadas por los frailes evangelizadores?

Y por cierto, ¿nos damos cuenta de que en todo este proceso, incluso cuando uno lee la Carta de Principios del Foro Social Mundial no aparecen nombres? ¿Somos conscientes de lo que eso implica? ¿Sabemos realmente a qué están jugando los que juegan a hacer estas asambleas? ¿Hemos leído bien esa Carta y hemos entendido que se trata de un liberalismo remozado que sigue predicando el mismo laicismo de siempre para seguir entregando el poder a gente que nunca vemos? ¿Sabemos lo que quiere decir eso de “domestica la revolución para que nada cambie”?

Foro Social Europeo, Foro Mundial Social: ¡ya los conocemos! Ustedes no son la alternativa; ustedes están cocinando más de lo mismo.