Un círculo que NO es vicioso

Hay grupos de palabras que se dicen tan a menudo que terminan por formar una especie de palabra más larga que cobra vida propia.

Es lo que sucede, por ejemplo, con “investigación exhaustiva”. Hemos llegado a un punto en que uno ya no puede imaginar una investigación que sea de veras investigación y no sea “exhaustiva”. Algo parecido sucede con “momento de coyuntura”, “pensamiento lateral”, “medidas pertinentes”, “grupo de presión”, y, desde luego, sucede con esa expresión que es como tía o abuela de todas las anteriores: nuestro eterno e infatigable círculo vicioso.

(Entre paréntesis, sería interesante hacer un diccionario de estas expresiones “hechas”, que son como las McDonald’s del lenguaje. Si Ud. desea enviar algunas propuestas, por favor utilice el link al final de esta entrada del Diario. Cerramos paréntesis.)

He descubierto –la vida me lo ha permitido– que para felicidad nuestra no todos los círculos son viciosos. Hay procesos que se retroalimentan positivamente y que, si tuviéramos que describir apropiadamente, habríamos de llamar círculos virtuosos.

Tal vez ya algo de esto nos enseñó Jesucristo cuando dijo aquello de que “al que tiene se le dará“: eso vale para lo malo, porque un pecado lleva a otro, y a otro; pero también para lo bueno, porque existe igualmente una especie de solidaridad entre las virtudes, de modo que unas apoyan a las otras. En el primer caso, llegamos a un círculo de vicios; en el segundo, a uno de virtudes.

Estas reflexiones pueden servir cuando uno entra en contacto con otras culturas, a partir de la pregunta: ¿cuáles son sus “círculos” (de unos y de otros)?

En Irlanda, por ejemplo, es más o menos visible un cierto vínculo entre introversión habitual, presión o represión emocional, y desfogue periódico, por vía de alcohol, por ejemplo. Este podría ser en ciertos casos una especie de “círculo” que perjudica a muchas personas.

Hay también círculos positivos, ciertamente muchos, en Irlanda. Me encanta ver, por ejemplo, como una industria editorial floreciente alimenta a una población ávida de leer. Son procesos complementarios y simultáneos que hacen posible un mercado de calidad que favorece a muchos.

Otro ejemplo tiene que ver con la conciencia de los propios valores, que hace posible toda una serie de microempresas de lo “típicamente irlandés” (para consumo interno y externo), que a su vez reafirma y potencia el amor por los propios valores .