Las próximas elecciones del 14 de Marzo de 2004

Lucía Nieto Huertas
Instituto Universitario de investigación Ortega y Gasset

Durante el último cuarto de siglo España ha vivido la consolidación de las instituciones democráticas, tras cuatro décadas de gobierno autoritario.

El marco institucional que rige la vida política española está organizado como un régimen parlamentario, consistente en una Cámara Baja, el Congreso de los Diputados, y una Cámara Alta, el Senado.

Aunque la iniciativa legislativa le corresponde tanto al Congreso como al Senado (así como al Gobierno), el Congreso goza de mayor poder legislativo que el Senado. 

El próximo domingo 14 de marzo los españoles asistirán a la cita de las elecciones generales para ambas cámaras. Se trata de elecciones parlamentarias en las que el partido mayoritario, a petición del Rey, debe asumir el gobierno del país.

Si el mayoritario no logró la mitad más uno de los votos, debe hacer coalición con otros partidos que le aseguren su acceso al ejecutivo.

La última etapa de gobierno democrático en España antes de 1977, había sido la desafortunada “Segunda República” de 1931 a 1936, las legislaturas de aquella época se caracterizaron por una gran fragmentación partidista, gobiernos inestables y una intensa polarización política que eventualmente llevó al país a una guerra civil.

Tras casi tres años de lucha intensa, las fuerzas rebeldes o Nacionales encabezadas por el General Francisco Franco prevalecieron sobre el bando Republicano, y Franco se convirtió en gobernante absoluto hasta su fallecimiento en 1975.

En julio de 1976 Adolfo Suárez fue nombrado presidente del Gobierno y con su gobierno se dio inicio a un programa de reformas democráticas que condujeron a que en diciembre del mismo año el electorado español votase abrumadoramente en favor de una Ley para la Reforma Política la cual disponía para la elección por votación popular de la legislatura bicameral que continúa vigente hasta la fecha.

Conviene señalar que España no ha tenido gobiernos de coalición desde que se reestableciera la democracia en 1977, las sucesivas administraciones han sido todas gobiernos formados por un solo partido, en ocasiones contando con una mayoría absoluta de escaños en el Congreso (1982, 1986, 2000) o con exactamente la mitad de éstos (1989); en otras ocasiones (1977, 1979, 1993, 1996) el partido más grande en el Congreso ha formado gobierno de minoría con apoyo de partidos menores.

El sistema de partidos ha atravesado por varios cambios significativos. En las elecciones de 1977 y 1979 existían dos grandes fuerzas políticas, la Unión del Centro Democrático –UCD-, de tendencia moderada, y el Partido Socialista –PSOE-.

En adición al Partido Comunista Español –PCE- y la alternativa continuista de derechas dirigida por antiguos miembros del gobierno franquista Alianza Popular -AP-; en 1979 la Coalición Democrática o –CD-, había también varios partidos regionalistas y nacionalistas, principalmente de Cataluña y el País Vasco.

Esta estructura se alteró en las elecciones de 1982, en las que los Socialistas con Felipe González triunfaron de manera arrolladora con 202 escaños en el Congreso, la AP se convirtió en el principal partido de oposición, la UCD se derrumbó y el PCE también retrocedió.

Las fuerzas a la izquierda de los socialistas se reagruparon posteriormente en torno a la coalición de Izquierda Unida –IU-, mientras que la AP se reorganizó como el Partido Popular –PP-.

En su comportamiento posterior el PP procuró presentar una imagen moderada buscando ganar el respaldo del electorado centrista.

En las elecciones generales de 1993, el PP registró ganancias significativas y el CDS perdió su representación parlamentaria. Sin embargo, los Socialistas permanecieron en el poder hasta 1996 a pesar de que desde enero de 1992 empezó anotarse un cambio de tendencia en las elevadas cotas de valoración previas del Gobierno socialista y del PSOE, fue cuando el PP ganó una elección por un margen bastante estrecho.

El líder del PP, José María Aznar, formó un gobierno de minoría apoyado por nacionalistas catalanes, vascos y canarios de tendencia moderada. Este estado de cosas duró hasta las elecciones generales de marzo de 2000, en las cuales el PP obtuvo una mayoría absoluta en el Congreso.

Estos antecedentes marcan las próximas elecciones del 14 de marzo y determinan los comportamientos actuales de las distintas fuerzas en contienda, sin despreciar lo que ha venido sucediendo en los últimos 4 años en los que el Gobierno de Aznar y el PP se han consolidado políticamente, gracias no solo al control absoluto del gobierno, sino también a la debilidad de una oposición, que el PSOE como principal partido no ha logrado estructurar, es más ha permitido que se caiga en la dinámica de descalificación del adversario, de intolerancia y de crispación conducida por las provocaciones del PP.

A pesar de que pregona la “consolidación de las instituciones democráticas”, sus acciones han conducido a que las fuerzas políticas estén cada vez más polarizadas y a que los discursos de la actual contienda electoral estén plagados de contenidos provocadores más que propositivos.

Lo anterior sumado al hecho de que el panorama político español se ha visto sacudido en los últimos meses por acontecimientos internos y externos como la guerra de Irak, el chapapote, la ofensiva del PP contra los nacionalismos, el relevo de figuras emblemáticas como Jordi Pujol en Cataluña y el propio José María Aznar, que flotan sobre este ambiente crispado y tenso y hacen prever grandes cambios. Un evento de hace apenas un mes termina de enrarecer el ambiente, las conversaciones que se dieron entre un dirigente de Ezquerra Republicana de Cataluña con ETA han conducido a que el tema del terrorismo se constituya en mecanismo para obtener rentabilidad electoral por parte del PP, a lo que el PSOE reacciona invocando al pacto por la libertades y contra el terrorismo suscrito entre las dos fuerzas políticas en cuyos contenidos se hace alusión expresa al hecho.

En este complejo panorama los dos grandes partidos en contienda presentan a Mariano Rajoy, designado por José María Aznar como candidato del Partido Popular, y José Luis Rodriguez Zapatero por el PSOE. Rajoy es identificado como una persona de maneras más suaves, de discurso menos “incendiario” y con un perfil más dialogante que Aznar, actual Jefe de Gobierno.

Por su parte, Rodríguez Zapatero, es un abogado que ha tenido que reorganizar el partido socialista, luego de una difícil etapa de desprestigio y dispersión de fuerzas después del gobierno de Felipe González.

Mientras que Rajoy presenta un programa electoral basado en las realizaciones de Aznar, Rodriguez Zapatero presenta un programa que se enmarca en una línea más “progresista” y persigue tres grandes objetivos: la participación activa de España en el desarrollo y fortalecimiento de la Unión Europea; el fortalecimiento de la España plural; y la aplicación de un  nuevo concepto de ciudadanía basado en la garantía de los derechos sociales.

Estas propuestas revelan cuan profundas son las diferencias entre populares y socialistas. Mientras que los primeros están en la apuesta de fortalecer el papel de España en el mundo, para ganar poder de negociación en la UE, y han cerrado cualquier posibilidad de dialogo político sobre el problema vasco y preferido una ciudadanía potenciada en la competitividad y la dotación de infraestructura, los socialistas han optado por fortalecer la UE, la apertura a un dialogo político sobre con los vascos y un rescate del ciudadano.

Las encuestas muestran a Rajoy mucho más cerca del triunfo, al darle la posibilidad de obtener 176 escaños que le darían la mayoría absoluta, mientras que el PSOE lograría 136 escaños y el resto para las minorías políticas con un aumento en los escaños para IU a expensas de las demás fuerzas minoritarias.

No se trata de una elección intrascendente para Colombia.

Mientras que los populares están más dispuestos a aumentar la ayuda militar como formula de tratamiento del conflicto interno, en concordancia con sus posiciones más de fuerza de de derechos, los socialistas están promoviendo un nuevo tipo de acercamiento a la América Latina y Colombia en particular, basando su acercamiento en el fortalecimiento del dialogo iberoamericano y la cooperación técnica y científica, por encima de la armamentística. Habrá que esperar los resultados.

 

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